Description text goes hereLa estética de Tiempo Fuera nace del contraste entre dos mundos: el orden obsesivo y estilizado de la danza, y el caos vital, torpe y entrañable del deporte amateur. Este choque no es solo temático, sino profundamente visual y emocional. La historia nos invita a acompañar a una mujer que siempre necesitó controlar todo —su cuerpo, su carrera, sus vínculos— y que, de pronto, se ve forzada a habitar un territorio nuevo, sin partitura, sin mapa, sin red.

Desde la puesta en escena, me interesa trabajar esa transformación con una cámara que se va soltando. Al comienzo, la imagen será más contenida, simétrica, con una lógica de composición ligada al mundo interior de Sofía: encuadres rígidos, espacios ordenados, luces duras. A medida que avanza la historia y ella se desarma —y se reconstruye— la cámara se acerca, se mueve, respira con los personajes. La rigidez da lugar al movimiento. El orden da paso al ritmo.

Los entrenamientos y partidos del equipo serán clave para capturar el humor físico y la humanidad de estos cuerpos en tensión. Me inspira el tratamiento deportivo de Hustle (Garra, Jeremiah Zagar, 2022), donde el eje está puesto no en la épica, sino en la vulnerabilidad de los jugadores.

El humor aparecerá en las asimetrías, en lo inesperado, en esa torpeza luminosa que tienen los cuerpos cuando intentan moverse fuera de su zona de confort.

Para la construcción emocional y coral de los personajes, pienso en Le grand bain (Hombres al agua, Gilles Lellouche, 2018), una película que convierte una premisa deportiva absurda en una historia profundamente humana. Su manera de trabajar personajes contrastantes, rotos, pero entrañables, es un espejo del universo que propone Tiempo Fuera: un equipo disfuncional donde cada uno, a su modo, está buscando una forma de volver a respirar. En esa línea, Little Miss Sunshine (Jonathan Dayton y Valerie Faris, 2006) también resuena: el drama desdramatizado, lo disfuncional como motor de ternura, y la familia como zona de fricción, sí, pero también de posibilidad.

Visualmente, los espacios interiores —la casa de Ana, el club— estarán marcados por el encierro, el ruido, el desgaste. En contraste, los exteriores como la playa o el barrio marplatense abrirán el relato: planos generales, atmósferas con aire, espacios de expansión emocional. Son los momentos donde Sofía se permite aflojar. Donde respira.

Hay algo de Young Adult (Jason Reitman, 2011) en el modo en que el personaje principal choca con un mundo que no es el suyo. La ciudad versus el barrio. La lógica del éxito contra la lógica de la vida. También encuentro inspiración en Elizabethtown (Cameron Crowe, 2005), donde el fracaso personal se convierte en el punto de partida para un viaje emocional inesperado. Ese tono —donde lo ácido convive con lo luminoso— es el que quiero para esta película.

Desde el sonido, la película también se construye en contraste. El universo interior de Sofía está atravesado por la música clásica, la precisión, el silencio funcional. El de su hija, Rita, por el trap más desfachatado, vital y caótico. Este choque generacional será tratado con humor y textura, pero también como marca de identidad de ambas. Los momentos emocionales estarán acompañados de música, sí, pero también sabrán elegir el silencio, la espacialidad, los planos sonoros que cada locación propone: el eco de un estadio vacío donde solo pica una pelota, el ruido de zapatillas contra el suelo del club, el caos doméstico de la casa de Ana, el viento y las olas de Mar del Plata.

Tiempo Fuera será una comedia dramática con cuerpo y contradicción. Visualmente contenida, emocionalmente expansiva. Un relato íntimo, coral, donde los planos se llenan de movimiento, humor, duelo, descontrol y, finalmente, transformación.

DescriTiempo Fuera nació de una inquietud personal: ¿qué le pasa a alguien que vivió para controlar todo, cuando la vida le exige frenar? ¿Cómo se desarma —y se reinventa— una persona que construyó su identidad en base al logro, la exigencia y la validación externa? Me interesa narrar ese momento de quiebre, no desde el drama solemne, sino desde un humor que surge del caos, del absurdo de los vínculos, de la fragilidad de lo humano.

En el centro de esta historia está Sofía, una mujer hipercontrolada, obsesionada con una carrera que nunca termina de consolidarse. La danza —su lenguaje, su disciplina, su modo de estar en el mundo— representa esa necesidad de precisión y dominio. Pero el viaje que emprende no tiene música ni coreografía: la muerte repentina de su esposo la arroja a un lugar incómodo, ruidoso, real. Allí, con su hija adolescente (con quien apenas logra comunicarse), se instala en una casa que no es suya, rodeada de vínculos que no eligió. En ese territorio afectivo que Julián dejó sin cerrar —el club, los amigos, el equipo— se activa algo imprevisible.

La película propone una transformación íntima, pero lo hace a través de un ecosistema coral: personajes distintos, torpes, que no se explican pero se revelan en sus vínculos.

Me interesa trabajar esa fricción —entre generaciones, entre culturas, entre modos de habitar el dolor— desde un tono que combine la emoción y la ironía, el cariño y la incomodidad. El personaje de Julián, aunque ausente desde el inicio, es el gran catalizador: su plan inconcluso es lo que obliga a todos a moverse.

El tono se mueve entre lo cómico y lo emocional. Me inspiran películas como Los nadadores, Garra o las comedias de Cameron Crowe, donde lo ácido y lo humorístico nace del vínculo, no del chiste o del gag. Las escenas deportivas en Tiempo Fuera también están al servicio de la transformación de los personajes: no sólo hay gloria, hay cuerpos y personajes dispares que al moverse juntos, encuentran algo nuevo.

Tiempo Fuera es una película sobre alguien que pensaba que tenía el control… hasta que la vida le cambió el libreto. Y es en esa incomodidad, en esa falta de plan, donde aparece lo más tierno, lo más contradictorio y, quizás, lo más verdadero.